El dormitorio nórdico se divide en tres zonas claras: la cama, la zona de trabajo y la zona de tocador. En la cama, como os comentaba, tenía el problema de que todo era muy blanco y negro, no daba encontrado nada que le diese un toque de personalidad, algo que diga «este cuarto es mío», hasta que encontré estos dos cojines aztecas que me parecieron perfectos para lograr lo que quería.

A mayores, cambié la funda nórdica por una blanca con pequeños topitos en los ribetes que le daba ese toque clásico pero a la vez diferente. Seguiría teniendo todo blanco, negro y gris, pero mi habitación ya no sería igual a la del resto del mundo.

Justo enfrente al dormitorio, está la zona de trabajo, con el «mítico» escritorio con caballetes de Ikea,  una silla estilo tower y el ordenador desde donde os estoy escribiendo ahora mismo 🙂

Al principio dudábamos mucho en el tema lámpara. Primero quisimos poner una bombilla antigua de esas grandes, pero además de tener luz amarilla, la habitación es demasiado grande y los vatios son muy pocos y yo quería mucha luz. Así que, al final optamos por la lámpara Sinnerlig de Ikea hecha de bambú, creo que también le aporta ese toque cálido que le faltaba al dormitorio, ¿que opináis?

Y por último, la zona de tocador. Que me dió muchos dolores de cabeza, porque si os fijáis la pared ahí no es totalmente lisa, y encontrar algo que me encajase justito en esa zona me daba bastante pereza, hasta que encontré este pequeño tocador y se me encendió la bombilla de poner esta cajonera de oficina. Sumando ambas cosas me daba la medida exacta para este rincón y por muy poquito dinero conseguí un tocador low-cost y diferente.